El habito de nutrirse con sangre hace que sus ataques sean especialmente dolorosos no solo para animales, como caballos y vacas, pero también para las personas.
El habito de nutrirse con sangre hace que sus ataques sean especialmente dolorosos no solo para animales, como caballos y vacas, pero también para las personas.
Sus larvas hibernan en condiciones húmedas, parasitando en el subsuelo. Convertidos en adultos van saliendo del subsuelo a principios del verano causando problemas a los caballos, otros animales y a los humanos.